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busquemos quimeras

¿Quién no ha tenido una quimera en el transcurso de su vida? Ese anhelo inalcanzable, que nos quita el sueño, y que al visualizarlo en nuestra mente nos lleva por senderos mágicos y nos convierte en seres místicos, todo poderosos, incapaces de sucumbir ante cualquier infortunio del destino.

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La quimera, por definición, es aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, sin serlo (RAE). En la mitología griega, este término se refería a un monstruo imaginario que vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. Digamos que una especie de Frankenstein creado por el pensamiento mágico de humanos muy soñadores y por demás creativos. Aunque esta último definición por ahora no corresponde al tema preciso de este artículo.

Mas bien nos referimos aquí a esa ilusión efímera y difusa, que endulza nuestra mente con un sinnúmero de posibilidades infinitas intangibles como el aire o invisibles como el alma misma. Pero la quimera está ahí, en la palma de nuestra mano, simplemente es tan éterea que desaparece en el instante en que la construimos como un pensamiento colmado del anhelo por hacerla materia, simple realidad a la vista.


Hay quimeras románticas, pasionales, sentimentales, egoístas, privadas y colectivas, sigilosas, sagradas y religiosas. Las ilusiones inalcanzables brotan en cada persona como arte infinito, cual suculentas floridas en campo abierto, sin límites ni censuras.



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Pareciera entonces que, cuando anhelamos profundamente esa quimera, ese deseo inconquistable, entramos en una especie de trance, en un delirio de lenguaje alucinante, nuestro cuerpo es invadido por manifestaciones sensoriales que acompañan a esa idea fantástica que rebasa toda lógica pero que enaltece hasta el último poro de nuestras más escondidas emociones y deseos. La quimera nos posee en cuerpo, mente y espirítu, nuestra voluntad ha sido secuestrada, el sentido común desaparece. Flotamos en el aire atrapando ideas pintadas de colores, formas, sensaciones, aromas, texturas y sonidos alucinantes. Ahora ya somos uno con esa quimera, la abrazamos y le arrancamos de un tajo las raíces de su inválida ficción.


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Arte infinito viajando por el Universo de nuestros deseos más profundos. Pinceladas de divinidad que acarician las mentes afligidas. Rodajas de


simulación etérea impregnadas con suspiros inalcanzables. Belleza sin definición ni estereotipos. Fascinación perpetua. Amor sublime. Paz aluncinante. Ebullición de los sentidos.


Bien dicen por ahí que la vida misma es una quimera... ¿qué crees tú?








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Ancla 1
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