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la fe en tiempos de covid

Por Sara Jiménez


Entre amigos, familiares, conocidos y extraños, hay un lenguaje que consuela y sirve para dar esperanza hasta al más frágil: “ten fe, confía en que esto también pasará”. Todos queremos que esa frase sea auténtica, que se materialice de alguna forma inmediata y nos arranque de tajo de ese pozo de malestar tan profundo que nos ciega hasta la respiración.

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Iniciemos por su definición. El concepto de fe aparece como la creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior. Según la Real Academia de la Lengua Española, se refiere a la confianza, al buen concepto que se tiene acerca de alguien o de algo. También se maneja como una gran virtud. Otros representantes religiosos la definen como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” o bien “un principio de acción y de poder”.


Aquí podemos identificar algunas frases clave que nos irán iluminando nuestro camino para establecer si somos seres capaces de tener fe, o bien si ya tenemos digamos ese concepto “bien insertado en nuestro disco duro” y sólo requerimos una actualización de software para entregarnos a esa divina sensación de tener una confianza absoluta y ciega ante la incertidumbre.


“La esperanza en un ser superior”… Siempre y cuando creamos que existe un ser superior. Podemos entrar en un debate filosófico y religioso al respecto, aunque es bien claro que cada individuo o individua tiene su postura particular y muy respetable. Si tú crees, ya llevas una palomita. Si no, pues… también.


"Buen concepto acerca de alguien o algo". La subjetividad al máximo. Creo que en esta necesidad de confiar, nos dejamos caer al precipicio confundiendo las intenciones -buenas, malas o neutras- de nuestros semejantes. Quiero aclarar aquí que no es que los demás anden buscando maneras de arruinar nuestra vida, más bien a veces pecamos de inocentes y no asumimos nuestra propia responsabilidad en cuanto a lo que está “bien o mal” según nuestras propias creencias y expectativas. Paloma o tache, aquí da igual.

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Y ante la presencia de Covid... todos estos conceptos, ¿se fusionan o se disuelven? Virtud, esperanza, creencia, certeza. Aquí es donde puede fallarnos la idea o la percepción del término, porque sabemos que este bicho no respeta ningún paradigma. ¿Entonces? ¿Es útil la fe en tiempos de total incertidumbre?


Es difícil establecer esa respuesta. Lo claro es que cada crisis representa una oportunidad. Y también es muy claro que la actitud que tomemos ante ella hace la diferencia. Si somos optimistas y positivos (a esto podríamos -o no-, llamarlo “tener fe”), la tormenta nos sorprenderá con un escudo más poderoso que si nos dejamos llevar por la desolación y la tristeza.


En cada uno está trabajar en lo que nos corresponde para poder generarnos confianza. Primero confianza en nostros mismos, en nuestra capacidad de proveernos de las herramientas necesarias para resistir estos tiempos difíciles y salir adelante. Después creo que podremos analizar la fe desde una conceptualización más práctica y menos subjetiva.


Así que, solos o acompañados por la fe o nuestra propia creencia, vayamos día con día fortaleciendo nuestra individualidad, aprendiendo a cada paso a ser más tolerantes, resilientes y, tal vez, hasta un poco más espirituales con nostros mismos para que nuestro panorama ante la incertdumbre sea mucho más benévolo y alentador.




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